Autodestrucción

Hoy me siento jodida, atropellada, impedida, maniatada y lo peor, por mí misma, por mis antiguos miedos que perduran con el paso del tiempo, por los recuerdos del baúl de la esquina que no cerré por pánico a botar la llave. Me siento jodidamente triste, inconsolable y tácitamente melancólica. Me da un fastidio enorme como yo, de adrede y con ganas homicidas, urdo perecer las ápices de felicidad inminente que me invaden por momentos.

Me siento débil, enferma y vacía. Tiemblo más que una falla geológica porque el miedo se acomodó en los poros de mis huesos y me enfría el cuerpo a menudo. Y aunque con deseos incontrolables de ver luz todos los días y sonreír por el mero hecho de vivir, me entrego sin luchar a la cara inhóspita de la oscuridad que abraza lo poquito que logré reparar de mi corazón, para despedazarlo otro tanto mientras le miento al mundo declarando que todo marcha bien, y lloro en las penumbras de mis sábanas tu ausencia calcinante, con el silencio de tu nombre que retumba en todos los rincones de mi mente, recordándome día a día que aún sigo siendo tuya.



-Acotación: este texto lo escribí hace dos años, en un momento de mi vida en donde no era yo misma y me dejaba llevar por esta clase de pensamientos e ideas. Las cosas mejoran, yo lo sé, yo lo viví. Hoy por hoy soy feliz, conmigo misma, me reconstruí y aprendí muchísimo de aquella experiencia. Publiqué este post por dos razones; la primera es porque aunque melancólico, me gusta como está escrito, como logré elaborarlo. La segunda es simplemente porque todos en algún momento tenemos el derecho de sentirnos así, tristes, y expresarlo no es malo sino todo lo contrario, le permite a nuestra alma liberarse.-

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