Pretérito

Ven, que ya no duele si te miro de frente y detenidamente. Hace varios años que no te sientas en el borde mi cama a contarme mis pesares en las penumbras. Ven, que esta noche tengo la luz encendida y la postura erguida. Ven, acuéstate a mi lado y háblame de lo que fue pero no menciones lo que no ha de ser, que los hubieras ya no me endulzan el café ¿Cómo has estado? Supongo que te he hecho más falta de la que tú a mí. Al final, siempre es así, dejas de encontrarme porque ya no te busco ¿Quieres saber algo? Soñé contigo, pero no sonrías, no desperté deseándote y pude conciliar el sueño rápidamente luego de ver la hora de tu partida. Ven, sé que quieres un abrazo y estoy dispuesta a dártelo, pero debes saber que ya no temblaré ¿Que qué soñé? En realidad fue corto y fue fugaz. Soñé que me querías y casi me besaste. Soñé que me hablabas de los dos, de ellos, de ese lugar y de otros tantos, de los años y de chistes tontos que ahora no me hacen reír. Casi me hablaste de una lágrima y luego, te miré como nunca y tu callaste, sentiste miedo, enmudeciste, te fuiste y desperté. Ya lo empiezas a recordar, lo veo en tu distancia. Solías calarte en mis entrañas en la madrugada y darte placer con mi dolor pero hoy, esta noche, no me tocas, no te siento. No temas, quiero conservarte para siempre, en un lugar cálido, donde te sientas a gusto. Un lugar en donde abras la ventana y me saludes a lo lejos con regocijo y no con rencor. Al fin y al cabo, muchas veces también me hiciste el amor, muchas veces contigo fui feliz, muchas veces fuiste lo único que conocí y me hiciste reír con esos chistes tontos que ahora no me causan gracia, y a ellos también los quise, y en esos lugares aprendí un poco lo que era vivir para no seguir viviendo así. Ven, querido mío, dame un beso en la mejilla y vayamos a dormir. Serás mi amigo eterno mientras te quedes en el ayer.