11:54 pm

De los deseos más impuros de su carne está él, un extranjero de su lengua, un desconocido ante su piel pero un alma desnuda acostada en la misma cama que la suya.

Él, una llamarada de fantasías sin explorar acomodadas en una montaña de palabras que se quieren revolcar al alba. Un manojo de caricias, de injurias, de provocaciones y de miradas furtivas. Una mano que se escurre dirigida a su sur, mientras se imagina con los dedos que se entrega prisionera voluntaria al placer que le puede entregar aquel cuerpo ajeno.

Ella, una voz que lo ensordece y le ordena perder la cordura, la modestia y el pudor. Un relato de fluidos que se sueña en el paladar y una sinfonía de sollozos que le dilatan las pupilas y le excitan algo más que los poros de la dermis, deseando castigarla por hacerle palpitar las venas en la distancia.

Ellos, dos almas que se deben encontrar. Pactar un cita, agendar un encuentro en una habitación, desbaratando el mundo mientras desgarran sus adentros con pasión y con la incertidumbre de saber en realidad quienes son.

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