Le misérable.

En días como hoy me doy cuenta que no es necesaria una tusa para sentirse miserable, y que es peor tener una miserableza repentina mezclada con una tusa antigua. Pues bien, soy la segunda, y no sé que es lo que predomina, si la inconformidad y el pensamiento repetitivo de que no soy el eslabón perdido de nada ni nadie, que no soy fundamental y que sólo le quito oxigeno a alguien que seguramente hace cosas más grandiosas que yo, o, mi corazón desplumado pidiendo auxilio y soledad al mismo tiempo.

Supongo que cada quien tiene derecho a días como estos por simple y llanamente salud mental, porque para mí es imposible tener complejo de coca-cola y destapar la felicidad todo el día, todos los días. ¡No! Me rehúso a pensar que hay alguien que no se siente minúsculo, insignificante, gris y cualquier término parecido que complete este pleonasmo depresivo, con ganas de encamarse e hibernar por siempre alguna que otra vez, pero en fin, pensar en la desdicha de otro no me subirá los ánimos, no hoy.

El caso es que sí, soy partidaria de honorificar en un día cualquier pena interna, con playlist compuesta por A Fine Frenzy, Coldplay, Snow Patrol, The Smiths, Adele, Russian Red, Taylor Swift, Daughter, Zoé, P!nk, Greg Laswell, The Oh Hellos, Katy Perry, La Oreja de Van Gogh, Shakira en los 90s, Calamaro, Fito, Lana Del Rey, la infaltable en estos tiempos, Wrecking Ball, que hasta los hombres heterosexuales la cantan o tararean y otras más, dulces que llenan las caderas y que dan la sensación de llenar los vacíos internos pero claro, es sólo un espejismo pues esos vacíos son agujeros negros, emancipada completamente del WhatsApp y acobijada bajo las 4 paredes de mi cuarto, apoyándome en los susurros que la soledad recita para mí como poemas de Neruda, releyendo historias de amor, pensando en el futuro que sueño, que he soñado, en la yo que quiero ser en comparación con la que soy, emburbujada en mi música con el permiso de mis audífonos.

Hoy no se vale mover ni una fibra, ni siquiera el alma, es más, ésa hay que dejarla quietica, que llore, que sea autista, que grite, que tenga miedo, que se calme, que se duerma y luego amanezca, pensando y creyendo fielmente en lo que nos han enseñado siempre, que al salir el sol todo estará mejor. 

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