Rota.

Silueta, tu espalda alejándose en la distancia y convirtiéndose en un suspiro vespertinamente crepuscular, en recuerdos cortopunzantes, en lágrimas que fulminan rápidamente mis ganas de seguir sin ti, y éstas agonizan, me gritan que haga algo y yo simplemente las dejo morir. Menos mal el corazón no se rompe, o ya me hubiera muerto de una hemorragia interna, pero el alma, mi alma o lo que queda de ella, no hace sino que mirar la imagen que tiene grabada de tu rostro solo para suicidarse, supongo. Qué estupidez ¿no? Físicamente, te he dejado ir, pero aún sigues aquí en forma de pasado acabando conmigo. Creo que algún día mi alma resucitará, pero por ahora ¿hora del deceso?

Comentarios

Entradas populares